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FASES LUNARES Y SU INFLUENCIA EN LA DINÁMICA DE LA "SAVIA" DE LAS PLANTAS.
¿Cómo funciona la dinámica del movimiento de la savia en las plantas durante las diferentes fases lunares y por qué considerarlas en las distintas actividades agrícolas y pecuarias?
Sin duda alguna la fuerza de atracción de la Luna, más la del Sol, sobre la superficie de la Tierra en determinados momentos ejerce un elevado poder de atracción sobre todo líquido que se encuentra en la superficie terrestre, con amplitudes muy diversas según sea la naturaleza, el estado físico y la plasticidad de la sustancia sobre las que actúan estas fuerzas. Así en determinadas posiciones de laguna el agua de los océanos asciende hasta alcanzar una altura máxima, para descender a continuación hasta un nivel mínimo, manteniéndose regular y sucesivamente esta oscilación. También se ha comprobado que este fenómeno se hace sentir en la savia de las plantas, iniciándose el proceso de su influencia desde la parte más elevada para ir descendiendo gradualmente a lo largo de todo el tallo, hasta llegar al sistema radical. Este fenómeno se observa con menor intensidad cuando está relacionado con plantas de elevado porte y recios troncos, provistos de numerosos canales de irrigación entrelazados entre sí; o en plantas de escasa altura donde es muy corta la distancia entre la capa vegetal y la raíz, pero se manifiesta muy claramente en aquellos vegetales de tallo elevado, con escasos canales para la circulación de la savia y escasa comunicación entre ellos.
El influjo lunar beneficia el desarrollo y el crecimiento de forma muy acusada en muchas plantas, entre las cuales se destacan las trepadoras, buganvillas o veraneras, rosales, leguminosas, glicinas, etc.
Por otro lado, también se ha comprobado que en algunos vegetales la floración sigue el ritmo del flujo y el reflujo de las mareas y ciertos árboles que se cultivan para la obtención de jugos azucarados también siguen el ritmo de las mismas, siendo abundante mientras se produce el flujo y haciéndose más escaso en el reflujo de la marea.
Botánicos japoneses, filipinos, ingleses y malayos, que durante décadas han estudiado detalladamente los fenómenos que se producen en el crecimiento de ciertos tipos de bambú, han comprobado que algunas de estas especies del sudeste asiático llegan a crecer entre 50 y 60 centímetros diarios; por ejemplo, en cierta ocasión un científico cronometró el crecimiento de 1.24 metros del bambú madame japonés en 24 horas. La acción de la Luna, o más concretamente como ellos lo afirman, la acción de las mareas, se manifiesta en forma muy visible, dado que el crecimiento es mucho más rápido durante el flujo y experimenta un retraso durante el reflujo. La causa se debe a la atracción lunar, que establece un ritmo de presión y de presión de la savia de estos vegetales. (Figura 1)
Influencia de la luminosidad lunar en las plantas y en los animales.
Desde tiempos inmemoriales la luminosidad lunar ha sido vinculada con las alteraciones en el comportamiento de las personas. Las reacciones temperamentales y espontáneas que muchas personas experimentan en algunos momentos de su vida les acredita la calificación de lunáticos. En Dinamarca, estudios recientes muestran que la mayor actividad “antisocial” y de agresividad de algunas personas en el tráfico automovilístico y agresiones vinculadas con la ingestión de bebidas alcohólicas se registran con mayor incidencia cuando la Luna está en su plenilunio y las cifras registran una caída cuando la Luna se encamina hacia el novilunio, pasando por la menguante. En las áreas de la medicina y la salud también se observa un aumento significativo de la actividad psíquica, principalmente de las personas que convulsionan o sufren en epilepsia.
Muchos estudios consideran la luminosidad lunar esencial para la vida y el desarrollo de las plantas. Diferente de la luz solar que recibimos, la luz lunar ejerce directamente una fuerte influencia sobre la germinación de las semillas, cuando sutilmente sus rayos luminosos penetran con relativa profundidad, al compararla con la fuerza de los rayos solares que no consiguen penetrarla en su intimidad. Perece que es el exceso de presión que ejercen los fotones solares sobre los vegetales lo que no permite los cambios nutritivos que las plantas necesitan para su crecimiento normal, quedando, por tanto, la misión de estímulos seductores a la luminosidad lunar para que las semillas germinen fuertes y sanas. Por otro lado, está demostrado, independientemente de creer o no en las otras influencias que la Luna pueda tener en las plantas, que la intensidad de la fotosíntesis es bien superior a todas las plantas a partir de la luna creciente hacia el plenilunio (período extensivo de aguas arriba), y que el mayor incremento de la fotosíntesis en los cultivos se registra en el período intensivo de aguas arriba, el cual está comprendido entre los tres días después de la luna creciente, hasta los tres días después del plenilunio, fenómeno atribuido científicamente al incremento de la intensidad de la luz lunar sobre nuestro planeta. (Figura 2)
Otras investigaciones sobre la influencia de la luminosidad lunar en las plantas estiman que, por lo menos en un 50%, la luz lunar tiene influencia sobre la maduración de muchos granos y una gran parte de frutos. Al mismo tiempo se relaciona la influencia de la Luna co9n la actividad de la formación y calidad de los azucares en los vegetales. Los habitantes del norte de la India tienen la costumbre de colocar los alimentos (principalmente granos) en l a azotea de sus casas, con la finalidad de que la luna llena del mes de Kuar (septiembre-octubre) los enriquezca con la luminosidad de los rayos lunares, y después los reparten entre sus parientes más próximos porque, según sus creencias, vivirán más tiempo después de consumirlos.
Finalmente, la Luna en creciente es tenida como la luna que conduce, proyecta, admite, construye, absorbe, inhala, almacena energía, acumula fuerza, invita al cuidado y al restablecimiento; y la luna menguante es considerada como la Luna que aclara, seca, suda o transpira, exhala, invita a la actividad y al gasto de energía. (Figura 3)
La luminosidad lunar y su relación con las lluvias.
Con relación a este tema Rudolf Steiner, en su tratado sobre agricultura biológico-dinámica, en su primera conferencia del 7 de Junio de 1924, dice lo siguiente: “El físico hoy en día, en realidad, solo estudia la lluvia en cuanto que al llover cae más agua sobre la tierra que al no llover. El agua es para él una sustancia abstracta, compuesta por hidrógeno y oxígeno, y solo conoce el agua como aquello que se compone de hidrógeno y oxígeno”.
Si el agua se descompone en electrólisis, se disocia en dos sustancias, de las cuales una se comporta de tal modo y la otra de tal otro.
Pero con esto no se ha dicho nada abarcante respecto al agua. El agua alberga aún muchas otras cosas, además de lo que luego aparece simplemente como oxígeno e hidrógeno. El agua está facultada del modo más eminente, para canalizar dentro del ámbito terrestre aquellas fuerzas que vienen, como por ejemplo, de la Luna. De modo que el agua afecta la distribución de las fuerzas lunares en el ámbito terrestre. Entre la luna y el agua que hay sobre la Tierra existe cierto tipo de relación. Supongamos que acaban de transcurrir unos días de lluvia y que a estos días de lluvia les sucede la luna llena. Con las fuerzas que vienen de la luna en los días del plenilunio ciertamente ocurre algo colosal sobre la Tierra: estas fuerzas se introducen en toda la vida vegetal (no podría hacerlo si no antecedieran los días de lluvia).
Por tanto, deberemos hablar de si tiene importancia que sembremos semillas cuando han caído lluvias en cierta forma y luego viene el brillo de la luna llena, o si se puede sembrar en cualquier momento, sin tener en cuenta nada en especial. Seguramente también brotará algo en este último caso, pero se plantea la pregunta, ¿es bueno orientarse en la siembra según las lluvias y el brillo de la luna llena? Porque justamente la acción de la luna llena es impetuosa y potente en ciertas plantas después de días de lluvia y débil y escasa tras días en que ha brillado el sol. Estas cosas estaban contenidas en los antiguos refranes campesinos. Entonces se decía algún verso, y se sabía lo que había que hacer. Estos versos son hoy día viejas supersticiones, y una ciencia de estas cosas aún no existe: no hay ánimo de molestarse para desarrollarla. (Figura 4)
La luminosidad lunar también funciona como un regulador de la actividad de muchos insectos. La luminosidad lunar puede ser favorable o desfavorable en muchas de las etapas de desarrollo por las que atraviesan los insectos, pues existen los que se desarrollan totalmente en la oscuridad y otros en la claridad. Por ejemplo, la luminosidad total lunar proyectada sobre la tierra en el plenilunio puede interferir en la reproducción de la boca del café (Hypothenemus hampei), que se produce mejor en el novilunio. Sin embargo, la ausencia total de luminosidad lunar puede ser una limitante al gusano de las crucíferas (Ascia monuste), que se produce en mejores condiciones con la influencia de la luna llena o plenilunio.
Este mismo fenómeno se aplica en el apareamiento de muchos insectos y su producción de huevos. (Figura 5)
La luminosidad lunar también repercute directamente en la actividad pesquera, la cual se vuelve más difícil durante la fase de la luna llena, pues a los peces les es más atractivo aprovechar al máximo la abundancia de alimento que sus propias aguas les ofrecen a la vista, por el reflejo de la luz lunar, que distraerse con una peligrosa carnada extra territorial. Por otro lado, la oscuridad que ofrecen las noches durante la luna nueva es catalogada como la mejor oportunidad para la captura de una buena cantidad de ejemplares, en función de la curiosidad y el aumento del deseo de los peces de satisfacer su apetito en las aguas oscuras, lo que los lleva a ser fáciles víctimas de cualquier carnada en la oscuridad acuática. Aristóteles, en el siglo IV a. de C., decía que los erizos de mar del Mediterráneo alcanzaban la madurez sexual y sabían mejor cuando la luna estaba llena.
Por otro lado, la luminosidad lunar también ejerce una gran influencia en la cría y reproducción de las lombrices, siendo la menguante y la luna nueva las mejores fases para el engorde y el crecimiento de ellas, pues la oscuridad nocturna es la mejor aliada para estimular el apetito y la búsqueda de la alimentación orgánica que se encuentra depositada en la superficie de la tierra en los criaderos. Las lombrices, en su gran mayoría, son sensibles y esquivas a cualquier tipo de luminosidad. A la luminosidad del cuarto creciente y de la luna llena le queda reservada la sensible actividad de penetrar con sus rayos lunares en la profundidad de la tierra en los criaderos, para estimular y masajear el acasalamiento y la reproducción de las lombrices (Figura 6)
Finalmente, la luminosidad lunar también está directamente relacionada con la eficacia que pueden tener los tratamientos con purgantes para combatir los parásitos, tanto en animales como en humanos. En los animales, la mejor fase lunar asociada con el tratamiento de los parásitos es el plenilunio, y esta fase es la más indicada para que los seres humanos recurran a los exámenes coprológicos, con la finalidad de obtener los mejores resultados y análisis del endoparasitismo que los puede estar afectando (Figura 7)
Influencia de las fases lunares en el movimiento de la savia en las plantas.
Durante mi convivencia por más de seis años, a finales de la década de los setenta, en las antiguas colonias de agricultores de origen europeo (franceses, alemanes e italianos) en el cono sur del Brasil, tuve oportunidad de escuchar, observar, respetar, aprender y experimentar la practica que los agricultores tienen en lo relacionado con la influencia de la luna sobre el crecimiento y el desarrollo de las plantas. En la práctica con ellos aprendí a destacar épocas específicas del año y fases lunares para podar pomares, cortar maderas, sembrar, cosechar y guardar la producción.
Por ejemplo, en esta región aprendí que el éxito de las actividades de la poda de los duraznos, los perales, las manzanas, el arreglo de las parras y el corte de los árboles maderables estaba limitado casi exclusivamente a los cuatro meses del año que se escriben con la letra “R”, como son mayo, junio, julio y agosto. A la vez, estas actividades había limitarlas a las diferentes fases lunares, pues de lo contrario las podas y los cortes de madera fuera de estas épocas arrojarían resultados nada gratificantes para los campesinos, como frutales débiles, con poca producción de frutos y pequeños, las maderas más livianas, predispuestas a rajarse y convertirse en un atractivo plato para los comejenes. (Figura 8)
Una explicación: Por ejemplo, cuando contábamos las maderas para las construcciones en la fase de cuarto creciente hacia luna llena, las maderas duraban muy poco, porque sus fibras estaban cargadas con el máximo de agua, que al secarse quedaban abiertas, blandas y llenas de aire. Las maderas se rajaban y resistían poco a la intemperie. Mientras si cortábamos las maderas en luna gibosa, tres días después de la luna llena hacia cuarto menguante, éstas nos duraban más y eran más resistentes al deterioro, porque las maderas tenían menos agua y al secarse sus fibras quedaban cerradas, resistentes al tiempo y a los insectos.
Por otro lado, asociado con esta practica de las fases lunares, está el fenómeno de la menor circulación de savia en los árboles, debido a las bajas temperaturas de final de otoño y los meses de invierno en el polo sur, época en que prácticamente todos los árboles han perdido sus hojas y su actividad fotosintética se encuentra reducida al mínimo. Finalmente, asociado a este aprendizaje se suman otros 16 años de investigación personal con los demás campesinos de todo el continente de América Latina y del Caribe, fruto del constante intercambio de experiencias con los mismos. En realidad, podemos decir que esta publicación o estos apuntes son el fruto de la sabiduría del hombre del campo.
Influencia de las fases lunares en la fruticultura.
Dos son los criterios más comunes que predominan cuando los campesinos hablan de la influencia de la luna en los árboles frutales:
Después de los tres primeros días de la luna nueva hacia el cuarto creciente es que la luna influye más en el desarrollo vegetativo de los árboles frutales, retardándoles la fructificación, logrando su máxima expresión vegetativa en la luna llena.
Mientras que tres días después de la luna llena hacia el cuarto menguante estimula y favorece la producción de frutos, retardando el desarrollo vegetativo de los árboles.
En cuanto a los injertos y las podas, dado que tanto unos como otras representan un traumatismo o una herida en las plantas, las opiniones son diferentes, ya que mientras unos creen en la convivencia de realizarlos en la fase de la luna menguante para evitar al máximo la pérdida de savia, otros consideran que los efectos purificadores del plenilunio (luna llena) evitan infecciones y favorecen la cicatrización. Sin embargo, señalamos que, en ese aspecto, influye mucho la especie o variedad del frutal.
Cuando los árboles son pequeños y queremos que tengan un mayor desarrollo vegetativo, entonces se recomienda podarlos en plena luna nueva hasta los tres primeros días de la creciente, y cuando son muy vigorosos y queremos frenar esta calidad para estimularlos a la fructificación, se recomienda podarlos en el plenilunio o luna llena, principalmente en el período intensivo aguas arriba (Figura 9)
Influencia de las fases lunares sobre las tareas de acodar, injertar, podar y cortar madera.
Regularmente los campesinos ejecutan las tareas de acodar, podar, injertar y cortar madera, ya sea para sus propias construcciones o para usar como leña, durante las fases lunares a las cuales se ajustan con mayores beneficios.
Acodos e injertos: Los campesinos ejecutan los acodos aéreos y los injertos, en la mayoría de los casos, entre creciente y el plenilunio, en el período de tres días después de la creciente y tres días después de la luna llena, lo que da siete días en los que el índice de pega de los injertos es mayor (período intensivo de aguas arriba) (Figura 10)
Podas: La tares de las podas y las limpiezas de los árboles enfermos la centralizan entre la fase de luna menguante y la luna nueva, evitando pudriciones y obteniéndose una rápida y mejor cicatrización. La plena luna nueva es considerada como la fase donde todo se limpia, lo que equivale a la purga en la medicina. Todas estas actividades no son ejecutadas entre luna creciente y luna llena (período intensivo aguas arriba), porque la savia de las plantas o de los árboles está en los brotes o en las partes más nuevas de las mismas; muchas plantas o árboles pueden debilitarse y morir si no están bien nutridos y bien fortificados. En compensación, esta fase lunar es la ideal para cosechar frutos en su estado más jugoso, tales como papaya, piña, mango, mamey, caimo, zapote, guanábana, limones, tomates, durazno, uva, carambola, ciruela, guayaba, lulo, melón, sandía, mora, etc.
Para la realización de las podas de árboles nuevos, período de formación de copa y producción de estacas, se recomienda realizar estas actividades entre la luna nueva y la luna creciente, con la finalidad de estimular el rebrote vegetativo de los mismos; por otro lado, este período lunar es el más apropiado para el transplante de plantas de un lugar a otro, y es el espacio ideal para la poda de las raíces de los árboles ornamentales tipo bonsái. Finalmente, la poda de los rebrotes vegetativos, en el cultivo de la fresa, se debe realizar durante la influencia de la luna menguante, para evitar el debilitamiento del cultivo y la caída en la producción de frutos (Figura 11)
Cosecha de maderas: La mejor época para el corte de las maderas para las construcciones de las instalaciones del propio campesino está comprendida entre los días de la luna menguante. Paralela a esta actividad, muchos de los pueblos indígenas que aún sobreviven en la floresta amazónica cortan o cosechan los bejucos y las hojas de las palmas para la construcción de sus chozas o malocas en los días de la luna menguante. Sin embargo, hay otros pueblos en la misma región que limitan esta actividad solamente a seis días del ciclo lunar, los cuales comprenden los tres últimos días de la luna menguante y los tres primeros días del novilunio o luna nueva. Por otro lado, cuando se trata de cortar o cosechar madera para leña, y dejarla secar para el fogón, la mejor luna para realizar esta actividad es el primer cuarto creciente hacia los tres últimos días de luna llena.
El bambú, o la guada como se le conoce más popularmente en Colombia, también es un cultivo de mucha utilidad y trayectoria en la construcción de viviendas y de instalaciones en el medio rural. Para que la madera de esta gramínea aguante a la intemperie y resista contra el apolillamiento, la tradición indica cortarla en la fase de la luna menguante, principalmente en los tres últimos días de luna, prolongándose hasta los tres primeros días de luna nueva. Este período de seis días corresponde exactamente al momento en el que las plantas tienen la más baja concentración de savia circulando en las ramas o en la parte aérea del vegetal, motivo por el cual es el más indicado para el corte de esta madera.
Otro hecho que se manifiesta inmediatamente de forma sincronizada con el fenómeno anterior es el surgimiento del rebrote del cultivo después del corte del guadual o bambusal, potencializado y activado por la recirculación nuevamente de la savia en todos los tejidos de las yemas y chusquines que salen del rizoma y se observan en forma de retoños o pequeñas plantas, fenómeno comandado gradual y dinámicamente por la fase lunar siguiente a la luna nueva, la luna creciente. Cuando todas las actividades del corte de las maderas se realizan fuera de esta época, ellas duran menos y resisten menos el ataque de los insectos.
Algunas personas más especializadas en el manejo de maderas finas para la construcción dividen la cosecha de las maderas en dos etapas:
Primero, limitan el período del corte de las maderas a sólo las 48 horas después de los tres primeros días de la luna menguante de preferencia en las horas de la madrugada en plena oscuridad, con ausencia total de cualquier reflejo de la luz nocturna de la luna hacia la tierra, realizan los cortes de los árboles, que son dejados en el lugar donde se cortaron, sin cumplir ninguna actividad complementaria de quitar ramas y deshoje.
Después de un nuevo período o ciclo sinódico en luna menguante, se procede a la segunda etapa del proceso, el cual consiste en quitar las ramas, deshojar y descortezar. Esta aparente complejidad para la cosecha de maderas finas esta asociada en el manejo de un mínimo de agua almacenada entre las fibras de la madera, porque de lo contrario las maderas fácilmente se rajarán y se retorcerán por la acción del calor que dilata los espacios porosos, que antes estaban llenos de agua (Figura 12)
Debido a la falta de paciencia y a la limitación del tiempo que muchas personas tienen para esperar por las fases lunares y el número de días que ofrecen los meses para el corte de madera, algunas veces el corte de la madera o el de la guadua se realiza sin considerar las fases lunares, porque se va a emplear en la construcción de cocinas donde exclusivamente funcionen fogones de leña. Parece que el constante flujo del humo, que a diario circula entre las maderas cortadas fuera de época, es un buen inmunizante para protegerlas contra el ataque de las polillas (Figura 13)
El cultivo de la Bactris gasipaes, el popular “chontaduro” (“cachipay”, “pejibaye”, “pijuano”, “papunha”, son otros nombres por los que se le conoce en otras latitudes), está muy difundido en los sistemas agroforestales tropicales, por el valor nutritivo, tanto para los humanos como para los animales, de sus frutos y cogollos, y por el valor como madera para construcción de su tronco. Esta palma, al igual que otras especies, también se ve afectada por las fases lunares.
Por ejemplo. Sus frutos son más sabrosos, más aceitosos y se cocinarán más rápidamente si son cosechados durante los cuatro primeros días de la luna creciente y los tres primeros días de la luna llena. El tronco de las palmas, si se va a utilizar para la construcción, debe ser cortado entre la menguante y los tres primeros días de la luna nueva; sin embargo, si se va a utilizar para la fabricación de nasas para la pesca artesanal, debe ser cortado entre la luna creciente y la luna llena, para que resista la humedad a la que constantemente estará expuesto en esa actividad (Figura 14)
La producción de las plantaciones comerciales de caucho se incrementa también bajo la influencia de la luna, pues si se sangra el árbol del caucho entre la luna creciente y llena, las células laticíferas que producen el látex (“jugo”, en latín) liberarán una mayor cantidad de éste, debido al estímulo en el flujo de presión que sufren los árboles en el lugar del corte.
Influencia de las fases lunares en el cultivo de la uva.
Para obtener nuevas plantas y estacas de parras se recomienda realizar las labores tres días después del plenilunio hacia la luna menguante, pues los cortes hechos en esa época conservarán mejor la madera.
Por otro lado, la fase del plenilunio hacia el cuarto menguante es contraria al crecimiento vegetativo, por lo tanto, frena el desarrollo vegetativo de las yemas a favor de una buena unión del injerto.
El montaje del cultivo definitivo de la parra o el transplante de la vid se debe hacer en cuarto creciente, para obtener un mayor crecimiento vegetativo del nuevo cultivo.
Generalmente la norma para podar la parra es en menguante para así obtener sarmientos de madera gruesa, fuertes, y lograr excelentes racimos en la próxima cosecha. Cuando se realizan las podas en luna creciente, los sarmientos se alargan mucho, su madera no engruesa y las uvas resultan pequeñas en los racimos.
Para la renovación de las parras muy viejas se recomienda hacer una poda cada tres o cuatro años, después de los tres primeros días de luna nueva hacia cuarto creciente, para que predomine la vegetación y la parra se reponga dentro de sus posibilidades; paralelamente a esta actividad, se debe realizar biofertilizaciones foliares para el fortalecimiento del cultivo. Las parras que se encuentran plantadas en suelos de baja fertilidad se deben podar un año sí y otro no, en cuarto creciente, para incrementar su vigor, actividad que por lo menos debe estar acompañada de dos abonadas orgánicas y un par de biofertilizaciones foliares.
Finalmente, otro aspecto que se debe considerar en el manejo de la vid en relación con la luna, es la cosecha.
Por ejemplo, cuando la vendimia está destinada al consumo de uva fresca para su mesa, la mejor fase lunar para su recolección es el período extensivo de aguas arriba, el cual está comprendido después de los tres primeros días de la luna nueva, sumando unos 14 días de cosecha.
Por otro lado, cuando la cosecha se destina a la producción de un buen vino y se requiera un buen contenido de azúcares, el mejor momento es el período intensivo de aguas abajo, con una duración de siete días, los cuales se contabilizan después de los primeros tres días del cuarto menguante hasta los primeros tres días de la luna nueva.
Por la experiencia de muchos productores, se cree que los vinos que se elaboran durante esta temporada son de mejor calidad y duran más, después de su proceso de maduración en las cantinas (Figura 15)
Influencia de las fases lunares en el cultivo de los cítricos.
La producción de cítricos es una de las prácticas más comunes en muchos lugares de la geografía del mundo. Es muy fácil encontrar el cualquier lugar, principalmente en los patios de cualquier productor en América Latina, un árbol de naranja, mandarina, toronja o limón, ya sea para la producción de frutas o para uso medicinal.
Por la importancia económica que representan, tratamos algunas tareas específicas con este rubro, principalmente en sus relaciones con la luna. Producción de semillas: La mejor época para la recolección de frutos destinados para la producción de semillas es la luna menguante, principalmente después de que los frutos hayan sido seleccionados y hayan logrado el mejor grado de maduración fisiológica (Figura 16)
Producción de planctones para el posterior embolsado: Está demostrado que cuando las semillas de naranja o limón reciben un pre-tratamiento con una solución de hasta un 5% con biofertilizante durante el período intensivo de aguas arriba de la luna creciente, muestran un buen índice de germinación y un mejor desarrollo, comparadas con las que no recibieron el tratamiento (Figura 17)
Embolsado para el vivero: El mejor período lunar para el transplante de los planctones para el embolsado definitivo es después de los primeros tres días de la luna nueva hacia la luna creciente, momento ideal para la estimulación de un buen desarrollo vegetativo en los viveros.
Injertos: El mejor período lunar para desarrollar esta tarea en el cultivo de los cítricos es cuando la luna se encuentra caminando desde la fase creciente hasta el plenilunio, período intensivo de aguas arriba (Figura 17).
Transplante definitivo: La mejor época para el desarrollo de esta actividad está concentrada en el período extensivo de aguas arriba, o sea, cuando la luna se encuentra saliendo del novilunio hacia la luna llena pasando por la creciente. Si es posible escoger un horario para ejecutar esta actividad, se recomienda las horas al final de las tardes, para que las plantas sufran menos y aprovechen mejor la suavidad de la luz lunar durante las próximas noches (Figura 18)
Podas de formación: En el caso que sea necesario realizar estas podas, se recomienda hacerlas en plena luna nueva, para así evitar un excesivo estímulo en el desarrollo vegetativo, y como consecuencia obtener una exagerada producción de chupones y debilitamiento del cultivo (Figura 18)
Podas de limpieza sanitaria: El mejor período lunar para la ejecución de esta labor es el período intensivo de aguas abajo, o sea, después de los primeros tres días de la luna menguante hacia los primeros tres días del novilunio.
Cosecha de frutos: El mejor momento para la cosecha de los frutos está delimitado por el período intensivo de aguas arriba, donde los frutos serán más jugosos y vistosos, principalmente por su consumo en fresco.
Sin embargo, cuando la producción está destinada a largos períodos de transporte y de espera para hacer consumidos, la cosecha se debe programar para después de la luna llena o a partir del período extensivo de aguas momentos en que los frutos resistirán más al maltrato del transporte y la deshidratación.
Influencia de las fases lunares en el cultivo del café.
Los campesinos de México, Centroamérica, Colombia y Brasil, entre otros, se han caracterizado por las prácticas tradicionales en el cultivo del café.
El desarrollo de la caficultora comprende una serie de tareas para las cuales los pequeños productores consideran en la mayoría de los casos, las diferentes fases lunares para ejecutarlas; entre las tareas podemos destacar:
Producción de semillas: La mejor fase lunar para cosechar granos de café con la finalidad de producir semillas es el cuarto menguante hacia la luna nueva, pues los frutos ya han pasado por el mejor grado de maduración fisiológica y en caso que se deban secar y almacenar, resistirán más al deterioro.
Semillero y germinación: La mejor fase lunar para realizar las tareas en los semilleros para la producción de almácigos es el final de la luna nueva hacia el cuarto creciente. Está demostrado que cuando las semillas reciben un pre-tratamiento de escarificación (eliminación del pergamino seco que reviste la semilla) acompañado con un baño de biofertilizantes y una peletización con harina de rocas o cenizas, las plantas presentan un mejor desarrollo y vigor (Figura 19)
Embolsado del almácigo: La mejor fase lunar para ejecutar el embolsado de las plántulas de los almácigos del café es el final de la luna nueva hacia el cuarto creciente, momento ideal para la estimulación de un buen desarrollo de las nuevas raíces y el sistema aéreo de las nuevas plantas de café.
Transplante definitivo: El mejor momento para desarrollar esta actividad se localiza en el período extensivo de aguas arriba, y de preferencia con énfasis en el período de mayor influencia del cuarto creciente. Los horarios más indicados están localizados entre las cuatro y diez de la mañana, y por las tardes, a partir de las cuatro, cuando el sol se encuentra con una menor intensidad (Figura 20)
Poda de renovación: socas o recepas: Estas actividades son las que están directamente relacionadas con la renovación del cafetal después que comienza a presentar una caída en la producción de granos. El período más indicado para la realización de estas actividades, considerando las diferentes fases de la luna, es el período intensivo aguas abajo, para que las plantas sufran menos o, como dicen algunos agricultores, “para que las plantas se desangren menos”. Se recomienda que esta actividad esta acompañada simultáneamente de una buena abonada, ya sea con un buen biofertilizante o con un buen abono orgánico aplicado directamente al suelo (Figura 21)
Poda de limpieza sanitaria: A muchos cafetales, principalmente los más viejos, en algunos momentos se les hace la poda de limpieza, actividad que se recomienda utilizar en la fase de la luna menguante para evitar el desgaste del cultivo con un rebrote exagerado de ramas y de chupones no productivos (Figura 21)
Podas de estrés vegetativo, previa a las socas del cultivo: Este tipo de poda no es muy común en los lugares donde se cultiva el grano; sin embargo, algunos productores la realizan con la finalidad de obtener o forzar una buena cosecha antes de la soca de renovación del cultivo. Regularmente escogen pera ello el período intensivo de aguas arriba.
Aplicación de abonos y biofertilizantes: La aplicación de los abonos orgánicos, cuando están dirigidos al suelo, se debe hacer en luna menguante en cultivos adultos que se encuentren en plena producción; en cultivos nuevos, con menos de dos años de estar establecidos, se debe realizar en el período extensivo de aguas arriba, o sea, tres días después de la luna nueva hasta los tres últimos días del plenilunio. La aplicación de los biofertilizantes de forma foliar se recomienda en todos los cultivos el período intensivo de aguas arriba, cuando las ramas, hojas, flores y frutos estén en la máxima actividad de estimulación y absorción energética a través de la savia (Figura 22)
Cosecha de granos: Cuando se trata de cosechar granos con un buen contenido de jugos para lograr una buena fermentación, se debe realizar la recolección en pleno período extensivo de aguas arriba; y cuando se trata de recolectar los granos con un menor contenido de jugos hacerlo en el período extensivo aguas abajo, los cuales son los mejores para ser destinados para la producción de semillas (Figura 22)
Influencia de las fases lunares en el cultivo de la caña para la producción de panelas.
El cultivo de la caña de azúcar representa un rubro de importancia económica para las pequeñas comunidades campesinas de América Latina, por los múltiples beneficios que aporta en las explotaciones agropecuarias, ya sea por su consumo como forraje en la cría de animales o por sus beneficios directos a partir de la utilización de su jugo y derivados para la alimentación humana. Los campesinos también relacionan el manejo del cultivo con las diferentes fases lunares, destacamos:
Cosecha: Las actividades relacionadas con la cosecha y fases lunares se realizan considerando si el cañal se maneja como un cultivo semiperenne, como sucede con la gran mayoría de los pequeños productores paneleros, se recomienda cosecharla en plena luna menguante, para que el cañal no sufra y al mismo tiempo no se desgaste debido a los cortes que sufre el cultivo con esta actividad; por otro lado, con esta fase lunar el rebrote del cultivo se beneficia, debido a que no se va en vicio o se alarga de forma vegetativa, produciendo en el futuro cañas muy delgadas y fibrosas. Cuando el cultivo es manejado de forma anual, se recomienda hacer la cosecha en plena fase de la luna creciente con la finalidad reobtener una mayor cantidad de jugo (Figura 23)
Producción de semilla: Cuando la producción de semilla es para el uso inmediato, se recomienda seleccionarla y cosecharla en plena luna nueva hacia la luna creciente, pero cuando la producción de semilla debe esperar mucho tiempo para ser llevada al cultivo, se recomienda cosecharla en plena luna menguante para evitar que la misma se debilite y sufra menos (Figura 23a)
Influencia de las fases lunares en la siembra y transplante de plantas que crecen y fructifican arriba de la tierra.
Parece que la norma más común seguida de “épocas despasado” era sembrar en luna creciente (después de los tres primeros días de la luna nueva, hasta los últimos tres días del plenilunio, período extensivo aguas arriba), de preferencia dos o tres días antes de la luna llena, todas las plantas que crecen en altura y dan frutos, como tomates, berenjenas, cebada, avena, arroz, trigo, uchuvas, tomate de árbol, lulo, maíz forraje, chiles, pimentones, pepinos, alverjas, cebolla larga o en rama, fríjol, habichuelas, habas, puerros, col china y otras legumbres; y sembrar en luna menguante (después de los tres últimos días de luna llena, hasta los tres primeros días de luna nueva, período extensivo aguas abajo) todas las plantas que se desarrollan bajo tierra, como zanahorias, nabos, papas, remolacha, cebolla cabezona, ajo, arracacha, ullucos, maca, rábanos, etc.
Observación importante: Todas las plantas que nacen a ras de la tierra, como lechugas, acelgas, espinacas, maíz elotero, col, hojas, etc., cuyo producto para el consumo son las hojas frescas, se deberán sembrar en la fase de luna menguante, porque cuando se plantean en luna creciente, tienden subir a flor prematuramente, fenómeno más destacado particularmente en las lechugas (las plantas se van en vicio, argumentan los campesinos). Pero la regla de sembrar tres días antes de la luna llena todas las plantas que se cultivan por su fruto o semilla parece lo suficientemente universal para adoptarse sin vacilaciones.
La razón de todo esto radica en el aprovechamiento de la luz lunar, que si bien es más débil que la del sol, penetra más profundamente en el suelo. Las semillas y planctones que reciben más radiación lunar en la primera etapa de su vida brotan rápidamente, y desarrollan más hojas y flores. La mayor exposición a la luminosidad lunar durante la germinación se logra sembrando en el cuarto creciente. Por el contrario, lo que se siembra en menguante pasa los primeros quince días bajo una luminosidad lunar que tiende a cero, que estimula más el desarrollo de las raíces, retardando la floración y la fructificación(Figura 24)
Influencia de la luna en la cosecha de frutos, hortalizas, legumbres frescas y granos verdes para el consumo inmediato.
Esta cosecha la podemos dividir en dos períodos:
Período intensivo de cosecha, con aproximadamente siete días de duración, comprendidos entre los tres días después de la luna creciente, hasta los tres días después de la luna llena o del plenilunio (período intensivo de aguas arriba). Es el momento donde frutos, hortalizas, legumbres, granos verdes y maíz tierno se encuentran en su estado más jugoso, al mismo tiempo que hay una mayor concentración de sabores (Figura 25)
Período extensivo de cosecha, con más o menos 14 días de duración, el cual, además de contemplar el período anterior, considera aproximadamente los cuatro últimos días de la luna nueva (los frutos apenas comienzan a ganar el máximo de jugo) y los tres primeros días de la luna gibosa después de luna llena, donde los frutos empiezan a tener menos cantidad de jugo (período extensivo de aguas arriba). Se consideran para las dos aplicaciones (A y B) la cosecha de maíz tierno o choclo, arveja, habas verdes, habichuelas, pepinos, coles, lechugas, acelgas, apio con énfasis en las hojas, vainas verdes, hortalizas con flores como la coliflor, el brócoli y la alcachofa, la berenjena, las espinacas, el fríjol verde, la cebolla larga o en rama, los tomates y pimentones jugosos para el consumo inmediato, la papa cidra, los granos pregerminados, las fresas, moras, cerezas, mangos, aguacates, naranjas, limones, papayas, sandías, melones, calabacines, guayabas, carambolas, piña, papayuela, anona, anón, liso, zapote, ciruela, durazno, uvas, higos, brevas, tunas, caimos, granada, granadilla, maracuyá, jabuticaba, guayaba, manzana, pera, mamey, madroño, níspero, uchuva, zarzamoras, guanábana, noni, mamoncillos, marañón, pena, acerola, etc. (Figura 26)
Influencia de las fases lunares para cosechar cereales, granos secos y conservar alimentos.
La mejor luna para cosechar y conservar granos secos y alimentos que duren más tiempo en buen estado, tengan mejor sazón y sean más resistentes contra el ataque de insectos y microorganismos cuando se almacenan, es la fase menguante. Al menos así lo confirman las culturas maya en el estado de Chiapas al su de México y la cultura del maíz en Guatemala, las cuales recomiendan que los granos destinados a ser almacenados durante un largo período deben cosecharse entre los tres días después de la menguante hasta los tres primeros días de la luna nueva (período intensivo aguas arriba), para evitar cualquier daño.
Dentro del grupo de la cosecha de granos secos destacamos el maíz, el arroz, el ajonjolí (el cual mejora la calidad de sus aceites), la avena, el trigo, el cacao, la cebada, el coco, el fríjol, los garbanzos, el girasol, el maní o cacahuate (este se debe cosechar entre la luna creciente y la luna llena, momento en que sus vainas están en menos agua), la pimienta negra, los garbanzos, el achiote, la lenteja, la soya, el sorgo y las semillas de una forma general. Por otro lado, la influencia de la luna también se manifiesta en la calidad de los productos recolectados, debido a su concentración y elevada riqueza de savia.
Esto lo han reconocido durante muchas décadas los campesinos productores de café, que solo cosechan el grano preferiblemente después de los tres primeros días de luna llena hacia el cuarto menguante, ya que la luna los ha llenado de savia al máximo durante el plenilunio, donde los granos resultan de mejor tamaño, calidad y aroma.
Por otea parte, los campesinos que acostumbran conservar carnes en seco con sal, lo hacen preferiblemente durante tres días de plena luna menguante para que así sus carnes estén con menos contenido de agua, libres de gusanos y no se pudran (Figura 27)
Conservación de frutos en almíbar y elaboración de frutas pasas: La cosecha de frutos que se destinan para su conservación en almíbares deben realizarse entre luna creciente y luna llena, de preferencia en el período intensivo de los siete días aguas arriba, porque este es el momento cuando los frutos están más jugosos y concentran una mayor cantidad de azúcares; sin embargo, si los cosechamos en la fase de la luna menguante, los frutos estarán menos jugosos, pero en compensación la conservación o la fijación del color visual de la pulpa y la cáscara de los mismos serán más atractivos, principalmente cuando se colocan en recipientes de vidrio transparente. Los frutos que se pretenda cosechar para transformarlos en pasas o que se pretenda deshidratar, deben ser recolectados entre luna menguante y luna nueva, de preferencia en el período intensivos de los siete días aguas abajo (Figura 28)
nfluencia de las fases lunares en la cosecha de verduras y hortalizas para prepararlas en conservas.
La cosecha de verduras y hortalizas destinada para la preparación de conservas en vinagre y salmuera, está condicionada con el tipo de hortalizas y verdura que se quiere conservar, así como también por la parte o las partes que se quieran preparar para la conservación. Por ejemplo, para la conservación de hojas y tallos, los vegetales deben ser cosechados en plena luna menguante, momento en que presentan un menor contenido de agua en sus tejidos, los cuales resistirán por un período más largo al deterioro dentro del vinagre o la sal, al mismo tiempo que conservarán o fijarán mejor su color natural. Si en algunos casos se pudiera considerar las constelaciones para esta actividad, las más indicadas serían las constelaciones de Cáncer, Escorpión y Piscis. Para la conservación de tubérculos y raíces de hortalizas, se recomienda cosecharlos en plena luna menguante hacia el novilunio, momento en que los vegetales resistirán menos al previo cocimiento a que se someten para prepararlos en conservas, debido a una mayor carga de agua en sus células (Figura 29)
Influencia de las fases lunares para la siembra, cultivo y cosecha de forrajes verdes y secos.
Para la siembra y el cultivo de forrajes con los cuales se quiera producir una gran cantidad de biomasa vegetal, se recomienda el período lunar extensivo de aguas arriba, el cual comprende un espacio de 14 días que se contabilizan después de los tres primeros días de la luna nueva hasta tres días luego de luna llena. Sin embargo, el momento de mayor producción de biomasa se logra en el período intensivo con la influencia de la luna creciente. Determinar la mejor fase lunar para cosechar forraje dependerá de la actividad posterior a la que se destinen después de su recolección. Por ejemplo, si se quiere trabajar con forrajes para hacer ensilados o henificados por un largo período, se recomienda sembrarlos en luna creciente y cosecharlos con la influencia de la luna menguante, que es el momento en que se encuentran con un menor contenido de agua y, por tanto, resistirán más el deterioro.
Si se quiere que la cosecha del cultivo tenga un alto contenido de agua, porque van a ser consumidos frescos durante el curso del día, la fase lunar que beneficia esta actividad es la plena luna creciente hacia el plenilunio. Finalmente, no debemos olvidar que muchos forrajes, principalmente las plantas leguminosas, al ser suministrados frescos a los animales, pueden provocar problemas de timpanismo, fenómeno que podemos evitar con un buen tiempo de reposo y aireación del forraje luego de su cosecha (Figura 30)
Influencia de las fases lunares para la cosecha de semillas y el tratamiento de pregerminación con biofertilizantes y harina de rocas.
Por lo general la mejor época o fase lunar para la cosecha de cualquier tipo de semillas está determinada por el período intensivo de aguas abajo, cuando se encuentran con el mínimo contenido de agua en su embrión. Este período está comprendido entre la luna menguante y la luna nueva, y de preferencia se deben aprovechar los tres o cuatro días de plena oscuridad lunar para su recolección. Por otro lado, cuando queremos llevar las semillas al cultivo, se recomienda considerar algunos tratamientos de pregerminación para favorecer o potencializar la germinación y la remineralización de las semillas.
Los cereales y las semillas de las plantas leguminosas son los granos que se vienen tratando con una mayor intensidad con harina de rocas y biofertilizantes, presentando muy buenos resultados en la producción. Como ejemplo, las semillas son tratadas durante algunas horas antes del cultivo con una solución de biofertilizantes súper magro y seguidamente las mismas son revestidas por una mezcla de diferentes tipos de polvos de rocas molidas; entre las rocas podemos destacar los serpentinitos, los basaltos, los granitos, los carbonatitos, los micaxistos, entre otras. En muchos casos, las semillas también pueden ser revestidas por los diferentes tipos de cenizas de las que los campesinos disponen en el medio rural en sus fogones de leña. Para la realización de este tratamiento en las semillas recomendamos el período extensivo de aguas arriba, cuando las semillas pasan a ser sensibilizadas por la luz de las fases lunares de la creciente y el plenilunio (Figura 31)
Para el tratamiento de semillas de tubérculos y raíces también podemos adoptar las mismas prácticas arriba descritas con el biofertilizante y el tratamiento con las harinas de rocas; e incluso éstas también pueden ser tratadas con algunos caldos minerales elaborados a partir de cenizas de fogón leñero. Ya en lo relacionado con la influencia de la luna para el tratamiento de este tipo de semilla, recomendamos la fase de la luna menguante hacia la luna nueva para el despertar de los tubérculos. Finalmente, las semillas para ser guardadas también pueden sufrir este tratamiento, pero debe tenerse el cuidado de secarlas muy bien al sol antes de guardarlas, para que no se pudran en el almacén o en los silos (Figura 32)
Influencia de las fases lunares en el manejo de sistemas silvopastoriles y reforestación con especies de múltiple propósito.
El manejo de los sistemas silvopastoriles cada vez cobra más importancia en la producción ganadera, principalmente en los países del trópico, por la gran capacidad relativa que poseen para producir una cantidad infinita de forraje por mucho tiempo, cuando se aprovecha el clima y la energía solar disponible en estas regiones. Por otro lado, la consideración de las diferentes fases lunares para los cuidados de estos sistemas nunca sobra, pues son influenciados por la luna, dondequiera que se encuentren. Para la conducción de estos sistemas, de acuerdo con las diferentes fases de la luna, y principalmente lo relacionado con el manejo de los árboles, podemos considerar:
La mejor fase lunar para la cosecha de forraje fresco arbóreo es el período extensivo de aguas arriba, acompañado de una buena biofertilización para evitar el agotamiento de los árboles forrajeros.
La mejor fase lunar para el implante de un sistema forrajero arbóreo es el período extensivo de aguas arriba, después de los primeros tres días de la luna nueva, hasta tres días luego de la luna llena (Figura 33)
La mejor fase lunar para las podas de limpieza de árboles forrajeros es el período intensivo de aguas abajo, para evitar su desgaste.
La mejor fase lunar para las podas de estímulo vegetativo para la producción de biomasa y cosecha de estacas para nuevos cultivos es el período extensivo de aguas arriba, entre la plena creciente y el plenilunio (Figura 34)
La mejor fase lunar para la cosecha de semillas de árboles forrajeros es el período intensivo de aguas abajo, en plena luna menguante
La mejor fase lunar para el ramoneo de los árboles forrajeros directamente por los animales en los potreros es el período entre la luna nueva y el cuarto creciente, ya que podemos disponer de forraje fresco, no muy cargado de agua para evitar problemas de timpanismo en los animales (Figura 35).
Para el manejo de los cultivos forrajeros asociados a las prácticas silvopastoriles de acuerdo con las fases de la luna, recomendamos consultar los temas de la influencia de las fases lunares en el cultivo y la cosecha de forrajes verdes y secos y el manejo y producción de los abonos verdes. Algunas especies que se manejan con el sistema del ramoneo: leucaena, matarratón o madero negro, nacedero o quiebra barrigo, guásimo, algarrobo, etc.
Influencia de las fases lunares para la siembra y la cosecha de las cucurbitáceas.
Por la importancia económica que actualmente representan estos cultivos y por la fragilidad que muestran durante su manejo, muchos agricultores están tomando muy en serio las fases de la luna para tratar con los cultivos del melón, la sandía, el pepino, y las calabazas. La fase lunar que predomina para su siembra es la del plenilunio, principalmente en el período de los siete días intensivos de aguas arriba, los cuales se consideran después de los primeros tres días de la luna creciente a los hasta los tres días después de luna llena. Para la cosecha de estos cultivos se están considerando dos fases o períodos lunares diferentes, los cuales depende de lo que se pretenda hacer luego de haber recolectado los frutos.
Por ejemplo, si la producción es para el consumo en fruta fresca y con poco tiempo de maltrato en el transporte, la luna llena representa una de las mejores oportunidades de ofrecer frutos muy jugosos y de muy buen sabor, principalmente para consumidores locales. Por otro lado, cuando los frutos deben esperar un buen tiempo para ser consumidos, y cuando dependen de largas jornadas de transporte para llegar a la mesa de los consumidores, la mejor fase lunar para la cosecha es la luna menguante hacia el novilunio, o sea, el período intensivo de aguas abajo. Para la producción de semillas de estos frutos se recomienda cosecharlos en plena luna menguante. Finalmente, para cosechar el estropajo o el pasto vegetal, el cual también integra esta familia, se recomienda hacerlo durante la fase de la luna menguante, porque las fibras de los frutos serán más duraderas y resistentes al deterioro por el agua (Figura 36)
Influencia de las fase lunares para el control de buenazas (plantas de cobertura), mal llamadas “melazas”.
La mejor fase lunas para controlar la predominancia de las “buenazas” mal llamadas “melazas o invasoras”, en los trópicos, es hacer su control físico-mecánico en luna menguante cuando, agotadas sus reservas, que se encontraban concentradas en las raíces, tardarán en recuperarse en este período. Por otro lado, en climas fríos y templados se recomienda la aplicación seguida de dos controles físico-mecánicos. El primero en luna creciente y el segundo en luna menguante, para así acelerar su agotamiento.
Otra estrategia alternativa que surge para controlar las buenazas, principalmente en los trópicos, es aprovechar los efectos alelopáticos entre muchas especies de plantas, asociados a las fases lunares. Por ejemplo, el “fríjol bravo” (Canavalia obtusifolia) es una especie, entre otras leguminosas, que ejerce un fuerte poder alelopático sobre el temido “coquito” (Cyperus rotundus) cuando se incorpora superficialmente como abono verde en la menguante en los terrenos infestados con esta ciperácea.
Sin embargo, no debemos olvidar que cuando las mal denominadas “melazas o invasoras” aparecen o predominan en un determinado terreno, no son nada más que plantas indicadoras (indicadores biológicos) o mensajeras que muestran o señalan prácticas agronómicas erradas, cuando no son fuertes indicadoras de suelos degradados o hasta fértiles. Por ejemplo, la vegetación espontánea en una determinada región o incluso en una pequeña parcela contiene mucha información valiosa acerca de las características físicas, químicas y biológicas del suelo que se encuentra bajo sus raíces.
Un buen agrónomo debe poseer cualidades de fisiólogo, bioquímico y botánico para recurrir al análisis de suelo en el laboratorio sólo cuando sea necesario confirmar sus conclusiones obtenidas en el campo, con base a su propia experiencia y observación. Muchas plantagináceas, poligonáceas, compuestas, leguminosas, borragináceas, solanáceas y hasta algunas gramíneas, podrán ser indicadoras de suelos modificados o deteriorados pos las malas prácticas agronómicas.
Por otro lado, no podemos olvidar que la calidad y la biodiversidad del ropaje vegetativo que reviste el suelo representa la radiografía mineral de la evolución geológica del mismo. Saber sacarle ventajas a la capacidad que los trópicos tienen para producir fotosíntesis a través de la energía solar, sumado a la influencia de la luna en los cultivos sería una de las alternativas más sensatas para lograr un modelo de agricultura más sana y menos dependiente de insumos (Figura 37)
La influencia de las fases lunares para el manejo y producción de abonos verdes.
El estudio del manejo y la producción de los abonos verdes de acuerdo con las distintas fases de la luna, obedece en primer lugar a determinar cuál es el objetivo que queremos alcanzar con ellos.
Cuando el objetivo es producir una gran cantidad de biomasa vegetal para arropar o cubrir rápidamente los suelos, debemos ejecutar todas las actividades en el período de los 14 días extensivos de aguas arriba, el cual está comprendido después de los primeros tres días de la luna nueva y los tres últimos días de la influencia de la luna llena o plenilunio(Figura 38)
Fuente:
HORTELANOS TRICANTINOS | Jairo Restrepo "El sol nocturno en los Trópicos y su influencia en la Agricultura"
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